miércoles, 24 de febrero de 2016

GASTROENTERITIS

Después de muchos meses de parón en nuestro blog, hoy volvemos con energías renovadas.

Hoy, estamos de guardia, y muchas personas están viniendo a pedirnos consejo o a llevar algún producto para la gastroenteritis. Por ello, hemos decidido publicar este post en el que esperamos poder ayudaros un poco más.

Empezaremos haciendo una breve explicación de qué es una gastroenteritis y los tipos existentes, para finalizar dándoos unos consejos sobre la forma en la que podemos paliar sus síntomas.

¿Qué es una gastroenteritis?

Se denomina gastroenteritis  a la inflamación (hinchazón) de la membrana interna del estómago e intestino
Se caracteriza por la presencia de 3 o más deposiciones al día de consistencia blanda o líquida y una duración inferior a 15 días.  Puede acompañarse de otros síntomas como vómitos, fiebre y dolor abdominal. La causa más frecuente de gastroenteritis es la de origen vírico, normalmente los norovirus o los rotavirus.
Por lo tanto, lo que comunmente conocemos como diarrea, es el síntoma más característico de una gastroenteritis. 

Aunque las gastroenteritis pueden estar provocadas por otros tipos de microorganismos, las de origen vírico son las más frecuentes en los países industrializados, en los que constituye una de las enfermedades más comunes en todos los grupos de edad.

Se trata de un proceso agudo que mejora de forma espontánea al cabo de uno a tres días.

La gastroenteritis vírica es una enfermedad muy contagiosa, que se propaga mediante el contacto directo con una persona infectada, al compartir con ella cubiertos, alimentos o bebidas, o también a través del agua o alimentos contaminados por el virus.
 
La gastroenteritis vírica puede afectar a cualquier persona de todo el mundo, aunque son los menores de cinco años y los ancianos quienes presentan mayor riesgo de padecerla. También las personas con un sistema inmunitario debilitado son más propensas a contagiarse.

Las gastroenteritis causadas por rotavirus constituyen una causa importante de mortalidad y morbilidad en todo el mundo, siendo, en el caso de la población infantil, uno de los motivos más importantes de atención y/o ingreso hospitalario.

¿Qué causa una gastroenteritis?

Los principales virus causantes de la gastroenteritis vírica aguda son:
  • Norovirus: estos virus circulan de forma habitual en la población general, especialmente durante los meses invernales, entre noviembre y abril. Son la causa más frecuente de epidemias de gastroenteritis aguda no bacteriana, aunque pueden presentarse como casos aislados o bien como grandes brotes en determinados colectivos (guarderías, hospitales, hoteles…).
  • Rotavirus: son la principal causa de gastroenteritis en lactantes y niños menores de 2 años. Es más, en España, es la primera causa de hospitalización por diarrea en menores de cinco años. También los adultos se pueden infectar por rotavirus, ya que lo más frecuente es que el virus se transmita de los menores a sus padres. Así mismo, los mayores de 60 años y los ancianos también son susceptibles de padecer gastroenteritis por rotavirus, sobre todo, aquellos que están ingresados en hospitales o en residencias de ancianos. La trasmisión de este virus es del tipo fecal-oral, es decir, a través del agua, los alimentos, artículos como juguetes o el contacto en pasamanos o picaportes. Una vez que se ha superado una infección por el virus, se consigue la inmunidad frente al tipo concreto del rotavirus pero no una inmunidad completa frente a todos los serotipos del virus que existen que, además, se manifiestan en periodos del año diferentes.
  • Astrovirus: la infección por astrovirus tiene una distribución mundial y es más común en niños durante su primer año de vida, así como en personas inmunodeprimidas y ancianos, y durante los meses fríos del año.
  • Adenovirus
  • Torovirus y coronavirus
  • Otros menos comunes como el parechovirus, el enterovirus y el kobuvirus (virus Aichi). 

¿Cómo se propaga la gastroenteritis vírica?

Los virus que provocan la gastroenteritis vírica se transmiten de distintas maneras, pero en general lo hacen de persona a persona por la ruta fecal-oral. Uno de los más comunes, los norovirus, se hallan en las heces y en el vómito de las personas infectadas, que pueden contagiar desde el momento en que comienzan a notar los síntomas hasta el comienzo de la recuperación.

Los norovirus pueden transmitirse de las siguientes maneras:
  • Comiendo alimentos o ingiriendo líquidos contaminados, sobre todo ocurre cuando ingerimos productos crudos o poco cocidos, como por ejemplo, crustáceos y moluscos bivalvos, por contaminación fecal de las aguas en que viven. El contagio del alimento puede producirse también por un manipulador infectado (en el caso de bocadillos y ensaladas).
  • Tocando objetos contaminados y luego llevándose las manos o los dedos a la boca o a través de superficies contaminadas, especialmente sobre las que existe contacto frecuente con las manos (barandillas, pasamanos, botones de ascensores...)
  • Mediante el contacto directo con una persona infectada, por ejemplo, cuidando de ella o compartiendo  alimentos o cubiertos.
  • Es fácil que los norovirus se extiendan con rapidez de persona a persona en lugares cerrados y concurridos como residencias de ancianos, guarderías, escuelas y cruceros, así como que provoquen brotes en restaurantes.

¿Cuáles son sus síntomas?

Los síntomas de la gastroenteritis vírica aguda, que surgen entre cuatro y cuarenta ocho horas después del contacto con el virus, varían en función del tipo de virus que haya causado la infección. En general, pueden ser los siguientes:
  • Dolor abdominal
  • Diarrea, que puede llegar a ser líquida
  • Náuseas y vómitos
  • Cefalea
  • Dolores musculares y articulares
  • Fiebre, escalofríos y/o sudoración
  • Transpiración o piel transpirada
  • Falta de apetito
  • Pérdida de peso
  • Cansancio
El cuadro de síntomas asociado a la gastroenteritis  suele desaparecer por sí solo al cabo de entre uno y tres días, aunque puede llegar a durar hasta diez, siempre en función del tipo de virus causante.
 
La complicación más importante de la gastroenteritis aguda suele ser la deshidratación, siendo más frecuente en los lactantes y ancianos y personas debilitadas por otras enfermedades. Esta ocurre cuando la cantidad de líquido que sale del cuerpo es mayor que la que entra y puede darse cuando no se toma la cantidad suficiente de líquido o cuando se pierde más líquido corporal que lo habitual. La deshidratación puede suceder lenta o rápidamente y eso determina el grado de gravedad del paciente, que puede necesitar incluso el ingreso hospitalario. 

Los niños pequeños y los bebés tienen más probabilidades de deshidratarse porque sus cuerpos son más pequeños y tienen menores reservas de líquidos. Los niños mayores y los adolescentes pueden resistir mejor los desequilibrios de líquidos.

Los síntomas específicos asociados a la deshidratación son:
  • Desasosiego, somnolencia o  irritabilidad
  • Piel fría o sudorosa, seca y arrugada
  • Bajos niveles de energía, por lo que el enfermo parece muy débil o flojo
  • Ausencia de lágrimas al llorar
  • Boca y/o lengua seca y pegajosa
  • Ojos hundidos, igual que, en bebés, la zona blanda (fontanela) de la cabeza
  • Menores cantidades de orina, ausencia de orina durante 8-12 horas u orina de color oscuro

Por lo tanto, ¿cómo debemos tratarla?

El principal objetivo del tratamiento es la prevención de esa deshidratación. Para ello, se  deben reponer las sales y minerales perdidos en la diarrea y el vómito mediante la ingesta de líquidos adicionales ricos en sales y azúcar, que pueden ser caseros (agua con limón, zumos de fruta sin pulpa…), adquirirse en farmacias (soluciones de rehidratación oral con glucosa y sodio) o, en su defecto, bebidas isotónicas para deportistas.

Este líquido debe ingerirse en cantidades pequeñas (de 60 a 120 mL) cada treinta o sesenta minutos, ya que tomar demasiado de una vez puede causar vómitos. Con bebés o niños pequeños, puede usarse una cucharita o una jeringa.

En los casos más graves en los que el organismo es incapaz de retener líquidos, puede ser necesario administrarlos por vía intravenosa, sobre todo en el caso de bebés y niños pequeños.

Normalmente, no se requiere ningún tipo de medicación ni existen tampoco medicamentos específicos. Si es necesario, puede recurrirse a los analgésicos para tratar el dolor y/o la fiebre, los antieméticos para mejorar las náuseas y vómitos. Los antibióticos no son efectivos en caso de infecciones víricas.

Una vez que los síntomas comienzan a remitir y el organismo vuelve a tolerar alimentos sólidos, pueden introducirse de manera progresiva alimentos astringentes y sin fibra, como por ejemplo yogur natural, pan tostado, arroz blanco, jamón cocido, tortilla bien cuajada, pechugas de pollo hervidas o a la plancha, pescado blanco, manzana rallada sin piel, membrillo o plátano maduro (ricos en un tipo de fibra soluble llamado pectina).

Para finalizar, te damos 10 claves para ayudar...

La higiene y la correcta manipulación de los alimentos es clave a la hora de prevenir la transmisión de la gastroenteritis vírica:

  1. Hidrátate mucho, pero poco a poco: durante los episodios más agudos de la enfermedad, asegúrate de reponer los líquidos y sales que estás perdiendo bebiendo muchos líquidos (agua con limón, fórmulas de rehidratación oral, infusiones, zumos sin pulpa…), pero no bebas demasiado de golpe, pues puede provocarte nuevos vómitos.
  2. Consume sólo ciertos alimentos: durante la fase en la que aún existan síntomas, como la diarrea, hay que seguir una dieta específica como té o infusión para desayunar o merendar; arroz cocido y pechuga de pollo a la plancha para comer; y sopa de pasta, merluza hervida o jamón cocido para cenar.
  3. Aliados en tu recuperación: algunas frutas como el plátano, membrillo, la manzana (pelada y rallada) y el níspero son muy recomendables durante la fase de recuperación de la enfermedad, pues, gracias a su composición rica en taninos y pectina, poseen propiedades astringentes. Durante la fase aguda no utilices leche, es preferible recurrir a los yogures.
  4. Lávate las manos a menudo: para no contagiar a otras personas, lávatelas después
    de ir al baño o tras cambiar pañales. Hazlo cuidadosamente con agua tibia y jabón o, en su defecto, con alguna solución a base de alcohol, durante al menos quince segundos.
  5. Manipula y conserva bien los alimentos: cualquier alimento que se sirve crudo o que se manipula de manera inadecuada puede contaminarse con norovirus. Por eso, lava y enjuaga bien las verduras de hojas verdes, como la lechuga o las espinacas, las frutas frescas y los moluscos vivos.
  6. Máxima limpieza en la cocina: realiza una limpieza escrupulosa de los cubiertos, utensilios de cocina y superficies, especialmente tras un episodio de vómitos o diarrea, para mantener a los virus causantes de la gastroenteritis lejos.
  7. No tomes antibióticos: en el caso de la gastroenteritis vírica, es decir, causada por virus y no por bacterias, los antibióticos resultan totalmente inútiles. No existe medicación específica para esta afección; en todo caso, puede ser necesario tomar analgésicos o antieméticos para tratar posibles síntomas como los vómitos o la fiebre. No debes tomar ninguna medicación sin antes consultar en la farmacia o médico si fuera necesario.
  8. Los antidiarreicos no ayudan: este tipo de medicamentos no se deben suministrar, tampoco a los niños, sin hablar primero con el médico, ya que pueden hacer que la infección dure más tiempo.
  9. La deshidratación es la principal complicación de la gastroenteritis, por lo que es importante reconocer sus síntomas y acudir al médico ante ellos. 
  10. Consulta a tu médico si  el proceso no remite: los síntomas asociados a la gastroenteritis suelen desaparecer por sí solos al cabo de entre uno y tres días, aunque pueden llegar a durar hasta quince. Si pasado ese tiempo sigues presentando molestias, acude a tu médico de cabecera.
Esperamos haber podido ayudaros y en caso de que queden dudas, ¡consultadnos!

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